Reuniones laborales que dan frutos.ESCRITO POR JORGE MADRIGAL FRITSCH

El estilo de liderazgo demócrata o “participativo” alienta la resonancia, toma en cuenta los valores personales, estimula el compromiso mediante la participación y genera un clima laboral positivo, según Daniel Goleman. 
Este estilo de liderazgo es apropiado cuando es necesario llegar a un acuerdo o un consenso y para conseguir la participación de los empleados.
El mejor ámbito de aplicación tiene lugar cuando el líder no sabe bien la dirección a seguir y necesita recabar las propuestas de sus empleados más capaces. Cuando un líder tiene una visión muy clara, el estilo democrático le ayuda a poner en relieve las ideas necesarias para ponerla en marcha.
David Morgan, CEO del Westpac Bank de Australia, por ejemplo, invierte 20 días al año reuniéndose con los 800 directivos de la empresa. “Gracias a estas reuniones me entero de cómo van realmente las cosas, dijo Morgan, nadie puede dirigir un negocio como éste si permanece aislado en su despacho. El principal peligro consiste en desconectarse de lo que realmente está pasando”.
Para que estas sesiones sean útiles, el líder debe permanecer abierto, tanto a las buenas como a las malas noticias. “Uno tiene que estar dispuesto a escuchar cosas muy crudas, añadió Morgan, si la primera vez que escucho una cosa así respondo de mala manera, sólo conseguiré que la gente mantenga la boca cerrada. Es muy importante que todo el mundo hable. No hay problema que no pueda resolverse si nos mantenemos lo suficientemente abiertos”.
El estilo democrático o participativo también tiene sus inconvenientes. Cuando, por ejemplo, el líder confía exclusivamente en este enfoque se embarca en interminables reuniones en las que se repite lo mismo una y otra vez, el consenso jamás se alcanza y el único resultado consiste en fijar la fecha de la próxima reunión.
Pero el líder que posterga las decisiones cruciales esperando recabar una estrategia consensual, no hace más que contagiar sus dudas. Así pues, el costo de esa errónea estrategia es la confusión y la falta de liderazgo, con las consiguientes dilaciones y escalada de los conflictos.
Huelga decir que la opinión de los empleados ignorantes o incompetentes puede abocar al desastre. La búsqueda del consenso también resulta inoperante en tiempos de crisis, cuando la urgencia de los acontecimientos exige decisiones drásticas.
Consideremos en este sentido, el caso de cierto CEO cuya empresa informática se veía amenazada por las fluctuaciones del mercado y que todavía seguía aspirando a alcanzar el consenso.
Cuando la competencia comenzó a robarles la clientela, este jefe siguió creando comisiones para buscar respuestas alternativas y cuando, finalmente, el mercado se vio revolucionado por la aparición de una nueva tecnología, se quedó de nuevo, sin capacidad de respuesta… pero afortunadamente, la junta directiva lo despidió antes de que pudiese convocar otra reunión para considerar la situación.
El liderazgo democrático se asienta en tres competencias fundamentales de la inteligencia emocional: el trabajo en equipo, la gestión de los conflictos y la influencia. No hay que olvidar que la persona que sabe comunicarse, también sabe escuchar y que esta virtud constituye la fortaleza clave del líder participativo.
Este tipo de líderes transmiten la sensación de estar realmente interesados en conocer los pensamientos y las preocupaciones de sus empleados. Son excelentes colaboradores y, más que líderes jerárquicos, parecen miembros destacados del equipo que saben gestionar conflictos y limar las asperezas, contribuyendo así a potenciar la armonía del grupo.
La empatía también desempeña un papel muy importante en el liderazgo democrático, sobre todo cuando el grupo es muy heterogéneo y, recíprocamente, en su ausencia, el líder es más proclive a cometer errores.

Tomado de: yoinfluyo.com

Comentarios

Entradas populares