Una memoria de la motivación. (Espíritu deportivo) Por Snow, R. y Santiago Álvarez de Mon Pan

"Los veinticinco mejores jugadores del mundo tienen dos cosas en común. Primera, ninguno de ellos ha llegado tan lejos por el mismo camino. Segunda, ninguno abandona. Nada puede sustituir a la persistencia".
Al trabajo, disciplina y perseverancia diarios no les otorga el rango de aconsejable, preferible oportuno, ni el de relevante e importante. La persistencia es absolutamente imprescindible, ocupa un lugar irremplazable. No está, y todo lo demás se desmorona en un santiamén. Cuando pregunto en clase por deportistas de elite como Michael Jordan, Tiger Woods, Pete Sampras, lo primero que me hablan es de su enorme talento. Son gente con un talento natural, con una facilidad pasmosa y envidiable para el respectivo deporte. Son los elegidos de Dios, sus niños mimados; de hecho Larry Bird, extraordinario jugar de los Boston Celtics, después de un partido contra los Chicago Bulls de Jordan, comentó que ese día había visto a Dios en la pista.
Lo que no todo mundo sabe, o subraya al menos, es que esos portentosos y privilegiados jugadores son unos currantes contumaces. Su increible talento es pulido y abrillantado en sesiones maratonianas de trabajo en la sombra. Jordan era el primero en llegar al entrenamiento. Cuando sus compañeros estaban ya con una cerveza, él seguia ensayando tiros a distancia. No son casualidad esos milimétricos tiros más allá de la línea de 6.25 m. A Tiger Woods, si se le quiere ver, váyase usted antes y después de su recorrido oficial al tee de prácticas, al putting green, allí lo encontrará, seguro practicando como un maníaco perfeccionista. ¡Y de Sampras qué voy a decir, siendo como soy un enamorado del tenis! Ese estilo majestuoso, esa volea elegante, ese servicio (primero y segundo, el mejor segundo del mundo), rayando en la perfección, son producto de un trabajo artesanal y minucioso. ¿Talento?, a raudales, pero en las mismas dosis generosas y abundantes, trabajo, mucho trabajo.

"El primer abandono es el más dificil. Después se hace cada vez más fácil, con la repetición es sencillo". Se denomina aprendizaje negativo. En la vida siempre se da, en cada acto, acontecimiento, respuesta, interpretación, acción, omisión y un aprendizaje. Lo que se tiene que discernir es si es positivo o negativo. Igual que aprendemos a leer, a nadar, a conducir, a escuchar, a escribir...aprendemos a copiar, a hacer trampa, a sobornar y a abandonar.


Tomado de:
Desde la adversidad, Santiago Álvarez de Mon Pan de Soraluce,pag 160-161 4a edición, Prentice Hall Financial times, Pearson Education, 2004.

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