La atrofia de la inteligencia

Lic. Jorge Edgar  Mora Reyes, Toxi 2011.

Original tomado de la obra de Carlos Llano C.: La formación de la inteligencia, la voluntad y el carácter. Edit. Trillas.

Para revista digital: Formación de la dirección.

8 de agosto de 2011

La atrofia de la inteligencia.

Hablamos seriamente de que un director para que pueda ejercer un liderazgo que represente un cambio en todas las dimensiones humanas y por ende empresariales (primero el hombre y después la empresa) debe entender que existen variados niveles de verdades, hechos y leyes que no pueden tener un tratamiento uniforme en cuanto a su descubrimiento. 

El Dr. Carlos Llano, educador, filósofo, empresario, hombre, nos explica:

“Hoy día el desarrollo de la inteligencia persigue esa uniformidad, como si todas las verdades pudieran obtenerse después de parecidos ejercicios del computador.

Si una supuesta formación intelectual siguiere un método uniforme  y presuntamente panaceico acarrearía dos inconvenientes simultáneos:

1. La atrofia de la inteligencia misma que perdería su omnímoda amplitud.
2. La reducción de la realidad, que se considera únicamente como tal dentro del estrecho radio del método escogido.

El método escogido hoy es el cruce de dos sistemas de pensamiento que se unen en una simbiosis monopólica: el método físico-matemático. Sólo puede conocerse válidamente aquello que es empíricamente comprobable (física) y aquello que es al mismo tiempo cuantificable numéricamente (matemática).

Este método no resulta enteramente formativo, sino todo lo contrario. Las verdaderas realidades de la existencia, el vigor del espíritu, el valor de la amistad, la fuerza de la simpatía, la complejidad de la relación amorosa...se evaden del radio de la fisicomatemática...”

Siendo así el buen doctor afirma que este método físico-matemático sigue siendo existencialmente menos importante pero es aquel al que culturalmente se le presta mayor importancia.

Es por eso, que podemos decir que la educación del ser humano y la toma de decisiones debe de partir de una formación adecuada desde lo importante existencialmente y en todas las esferas: intelectual, emocional y trascendental, o dicho de otra manera educar en la Fe, en el amor (caridad) y en la libertad con el correcto uso de la fe razonada.